Una de disparates

02.04.2016 18:55

Que el mundo está loco es algo que llevamos escuchando desde que tenemos uso de razón. Quizás haya estado siempre loco. Lo preocupante es que el mundo, al fin y al cabo, somos nosotros. Como considero que la palabra locura, por su acepción clínica, debería de ser empleada con prudencia, para el caso que nos ocupa prefiero utilizar el término disparate, o incluso mejor: sinsentido. Y de eso trata, precisamente, este artículo.

Si un ser extraterrestre racional se infiltrara entre la población para conocer nuestro modo de vida y costumbres, le costaría creer que nos hacemos llamar inteligentes. Ya he tratado en otras ocasiones este asunto, y hay que reconocer que, en la mayoría de los casos, los comportamientos ilógicos están condicionados por la moda, los patrones de belleza o la manipuladora intervención de los devoradores de dólares. Quizás al extraterrestre le sorprenda que nos cortemos los pelillos de la nariz o las orejas cuando están ahí para cumplir una función protectora, pero los humanos lo aceptamos como algo natural. Salvo extravagancias, todo nos parece normal, hasta beber productos nocivos, que engordan, indisponen o toxican, en lugar de agua. De acuerdo, somos humanos, acepto al pulpo como animal de compañía. Entiendo la estética, el progreso, la evolución y los modelos de conducta aplicados a ellos. Pero cuando el sinsentido más absurdo se relaciona con la seguridad, ni humanos como yo ni una legión de extraterrestres seleccionados de cada galaxia conocida, comprenderían, ni alcanzarían a comprenderlo nunca, cómo podemos ser tan estúpidos.

Díganme si no es de tontos que no puedas beberte una cervecita viendo un partido y sí soplarte una botella de whisky en pleno vuelo. O que te cargues un bicho declarado especie en extinción y que te caiga mayor condena que si te cargas a una persona conduciendo borracho. O que un sujeto ingrese en prisión por robar unas pizzas mientras alguno se embolsa cientos de millones y no le ocurre absolutamente nada. ¿Cómo se explican estos disparates? A mucha gente no le importa que coloquen una cámara de seguridad en un supermercado para que no roben una camiseta, pero protesta si la ponen en la calle para evitar un atraco a mano armada. ¿No deberíamos actuar de la manera más lógica y firme frente a la violencia? Pues no, aquí en nuestra España querida puedes cagarte en los muertos de un árbitro en un partido de fútbol con total tranquilidad, pero ni se te ocurra meterte con la Monarquía, la Constitución o la Justicia. En este mismo paraíso del mundo cometer un delito estando borracho o drogado atenúa la pena en lugar de agravarla. ¿Y qué me dicen del elevado número de delincuentes que vuelve a cometer el mismo delito una y otra vez tal y como salen de la comisaría? Las personas honestas detestamos la violencia, la rechazamos. Ahí están los medios de comunicación: fallecen doce personas en un atentado en París y están dos semanas dando la noticia. Como debe ser. Ahora, amigo, mueren 72 personas en Pakistán, la mayoría mujeres y niños, y aparece la noticia en un telediario y medio. Será que estas personas no sufren ni lloran la pérdida de sus hijos. Hablando de hijos, manda narices que la mayoría de pedófilos detenidos por posesión de pornografía infantil no vaya a la cárcel y que tampoco esté especialmente penada la distribución de material.

No sé qué demonio de leyes tenemos. Hace poco oí la propuesta de una señora alcaldesa de una importante ciudad que pretende que la policía dialogue más con los delincuentes para convencerlos y que se porten bien. Y ahora mismo he leído que quiere crear unas cuotas por raza y religión en la plantilla de la policía municipal. Ver para creer. Desde luego que con este panorama, no sé cómo pueden acudir al trabajo sin perder la moral las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. No, no somos tontos, somos gilipollas a rabiar.