La última palabra

27.07.2013 11:04

Llegó el momento. Entre la primera palabra y la última transcurrieron dos años y medio. ¿Por qué tanto tiempo para la segunda novela, siendo más corta, si escribí El eterno olvido en poco más de un año? La primera vez es especial en todo. Recuerdo que me atrapó una fascinación extraordinaria a medida que se desarrollaba la trama. Ese querer demostrarme que podía focalizaba mi atención con tal fuerza que no quería hacer otra cosa que escribir. Un reto. Cuando lo logré se cumplió el objetivo. Seguir escribiendo solo tendría sentido con otros propósitos. Para la primera novela me movía la ilusión de regalarla a familiares y amigos. Dejar un legado en forma de palabras que nunca se perdieran. ¿Qué atractivo más bello que ese podría captar de nuevo mi interés? Si el amor a la escritura hubiese corrido siempre por mis venas todo habría sido más sencillo. Pero este no era el caso. ¿O tal vez sí y parece que me niego a aceptarlo? Sea como fuere, lo cierto es que El eterno olvido cosechó un éxito inesperado. Trascendió el ámbito cercano y llegó a varios miles de lectores. Recibí correos, mensajes, llamadas de gente desconocida que había disfrutado con la novela. Se publicaron numerosas reseñas y opiniones y la inmensa mayoría fueron altamente positivas. Esa fue la inyección continua de ánimo: saber que mi trabajo era valorado. Con todo, me resultó muy difícil escribir esta segunda novela. Descubrí un factor que, sorprendentemente, pasó casi desapercibido la primera vez. El sacrificio. Ahora costaba mucho más empeñar las horas, dedicar el siempre escaso tiempo libre a trabajar, a perderme en documentaciones, a navegar entre un maremágnum de palabras hasta encontrar la adecuada. Sí, ya sé que escribir es una afición, que se disfruta con ella como con cualquier otra. Pero no deja de ser dura. Permítanme una vez más el símil con el ajedrez: es maravilloso jugar, pero supone un colosal esfuerzo prepararse para jugar bien.

Ahora me invade una sensación extraña. Una culminación que me hace muy feliz, pero que también deja un vacío. Una despedida de unos personajes y una historia que han convivido conmigo durante muchos meses. Esta segunda novela es muy especial. Nació sin querer, como un hijo no deseado, fruto de un sueño, de una sensación de impotencia, con el propósito de quedarse en un relato corto de no más de veinte páginas. Y resulta que se ha convertido en mi segunda novela.

Aún queda mucho trabajo. No quiero precipitarme. Prefiero revisar, corregir, pulir hasta la extenuación. Después de al menos siete revisiones de El eterno olvido la edición actual cuenta con unas 250 correcciones o modificaciones con respecto a la primera. Cierto es que yo escribo con lentitud y que releo los párrafos varias veces antes de darlos por bueno, pero aun así, se escapan muchos detalles. No hay prisa. Lo principal ya está hecho. Dentro de unos meses la novela estará a disposición de los lectores. Esa inevitable y deseada circunstancia me genera una inquietud. ¿Gustará? Es tan distinta a la anterior... Sé que técnicamente la supera, por todo lo aprendido en estos años, pero ¿logrará mantener la tensión y el interés del lector como la primera? No es un thriller, la ambientación es complicada, otra época, unos personajes muy peculiares, una situación insólita. ¿Serán atractivos suficientes? Quién sabe. El tiempo dirá, pero si consigo que el lector se emocione, se inmiscuya en la trama y se divierta y sufra con los personajes, entonces el objetivo estará más que cumplido. De momento, no me queda otra que esperar.

Muchísimas gracias a cuantos me siguen y confían en mi trabajo. Sin vosotros, jamás habría llegado la última palabra de esta obra.