El placer de escribir

03.03.2012 23:33

 

Fueron tantas las horas, tanta dedicación y esfuerzo, tantos sinsabores que a veces me olvido del inmenso placer que sentí escribiendo El eterno olvido. Y es que, como todo en la vida, se valora más lo que más cuesta en conseguirse.

Esta mañana ha sido especial para mi segunda novela. Llevo un año con ella. A veces pasan semanas sin que le preste atención, pero hay ocasiones en que la tengo todo el día en mente. Hoy, después de 38.000 palabras, el personaje principal encontró su nombre.

Estuve tres horas para escribir poco más de una página. ¿Por qué voy tan despacio? Bueno, ocurre que no siempre encuentra uno la palabra exacta, el verbo adecuado. Hoy el protagonista se acordó de su abuela fallecida. Recogían setas y ella, mencionando su nombre, le explicaba que el ejemplar que acababan de encontrar era tóxico. Y aquí un ejemplo de ese placer del que hablaba. Dos de esas tres horas las dediqué a documentarme en micología. Todo para una simple e intrascendente conversación sobre setas que pasará desapercibida a cualquiera. ¡Cuánto se aprende escribiendo!