El ajedrez en la literatura

01.02.2013 20:23

Recientemente vimos cómo don Miguel de Cervantes, considerado como el más grande escritor español de todos los tiempos, se acordaba del ajedrez mientras nos narraba las andanzas de don Quijote. Continuando en el Siglo de Oro, comprobamos cómo don Félix Lope de Vega, uno de los más prolíficos autores de todos los tiempos, ahondaba también en las interpretaciones alegóricas de nuestro noble juego.

Si existe unanimidad al considerar a Cervantes como el más importante escritor español, no resulta sencillo determinar quién sería el siguiente de la lista. Sin embargo, por la extensión y la importancia de su obra, es más que probable que este honor recaiga sobre don Benito Pérez Galdós. ¿Y se acuerda este genial novelista de nuestra pasión? Cómo no: veamos qué podemos encontrar en su obra cumbre, los Episodios Nacionales. Como sabemos, esta magna obra dedica un gran número de páginas a la Guerra de la Independencia, y el Episodio número 5 se titula precisamente Napoleón en Chamartín, una buena oportunidad para tocar el ajedrez; sin embargo, nos quedamos con las ganas, pues la primera referencia no aparece hasta el Episodio número 35, dedicado a don Leopoldo O´Donell, famoso político y militar español. En esa novela nos encontramos el siguiente texto: “El juego favorito de O'Donnell era el ajedrez; pero no quería jugarlo sino cuando la ocasión le deparaba un adversario digno de su maestría”. (O´Donnell, S.A. de Promoción y Ediciones, pag.4630)  O sea, nada de partidas de café para echar un rato con los amigos que se dejen las piezas... Sólo un Episodio después se vuelve a acordar de nosotros. En esta ocasión, la cita es mucho más jugosa. En el Episodio número 36 podemos leer lo siguiente: “Odio la guerra, y admiro a los que sin esperar ningún beneficio de ella, inocentes piezas del ajedrez militar y político, se lanzan a empeños heroicos por un fin que sólo a los jugadores interesa” (Aita Tettauen , S.A. de Promoción y Ediciones pag. 4749).  Esto refleja claramente el sentimiento del autor, que comienza su obra con la exaltación de los valores patrióticos, la heroicidad, la valentía, el espíritu de lucha y la fe ciega en la libertad, acabando la misma sumido en la miseria que deja los regueros de sangre de las guerras.

Demos ahora un salto en el tiempo y situémonos en la actualidad. Aquí ya no me atrevo a nombrar al escritor más famoso, mucho menos al mejor. Cada cual tendrá su opinión, pero lo cierto es que en las listas de ventas, La sombra del viento aparece con la impresionante cantidad de quince millones de ejemplares vendidos, récord absoluto en la literatura española. Así pues, permítanme que me quede en este artículo con su autor, Carlos Ruiz Zafón. En su segunda novela, titulada El palacio de la medianoche, aparte de otras interesantes referencias, encontramos una analogía entre el ajedrez y la vida realmente sublime:   “La vida, hijo mío, es como la primera partida de ajedrez. Cuando empiezas a entender cómo se mueven las piezas, ya has perdido”  (El palacio de la medianoche, Editorial Planeta, 2006, pag. 303).

Ahora bien, cuando utilizamos la expresión “el más...” debemos ser cautos, porque en Occidente nos solemos olvidar de que una de cada cinco personas en el mundo es china. Por tanto, quiero incluir en este artículo una curiosa aportación del escritor chino Xingjiang Gao, Premio Nobel de Literatura en el año 2.000, (atribuida erróneamente en muchas webs de citas de Internet a otro escritor chino, Xun Lu). En su obra Una parada de autobús (1.983), una serie de personajes esperan indefinidamente la llegada de algún autobús que los acerque a la ciudad. Pasan y pasan, pero ninguno se detiene. Desesperados, deciden caminar pero no logran alcanzar su objetivo. Uno de los personajes muestra sus deseos. “Todo lo que quiero es que me caven un hoyo y que mi tumba diga: Aquí cayó un loco del ajedrez. No jugaba bien, pero le gustaba jugar. Nunca pudo enfrentarse a un campeón … Murió como vivió: esperando”. Una alusión a la resignación que, como el resto de la obra de Gao, parece no gustar a las autoridades chinas.