La defensa

29.05.2013 18:25

¿Cuál es la mejor manera de afrontar un problema? Vaya pregunta. Pues dependerá fundamentalmente de la magnitud del problema. Esto es una obviedad, pero también una respuesta superficial, pues cada cual valora una situación y analiza las consecuencias desde su perspectiva. Una misma realidad puede significar un mundo para unos y una nimiedad para otros. Así pues, hay que encontrar otra respuesta. ¿Qué le parece esta: la mejor manera de afrontar un problema es aquella que conduce a su solución? Pues le parecerá una perogrullada. Y está en lo cierto, pero esto que aparenta ser simple, lleva implícito un detalle importantísimo: “que conduce a”. Traducido a la práctica, las cosas requieren tiempo. Muy a menudo esto se nos olvida, la contrariedad nos supera y arrojamos la toalla. Y ya nada vuelve a ser igual.

 

Hay quienes poseen una viveza extraordinaria y un espíritu de superación imperecedero. Apenas vacilan ante las adversidades, sacan pecho enseguida y plantan batalla. Pero todos no somos tan fuertes. Ni mantenemos el mismo ánimo.

 

Tengo un amigo que reprocha mi forma de jugar al ajedrez. Me dice que debería de atacar más, buscar la belleza, jugar con más alegría, asumir riegos, ser menos conservador. Yo le respondo que es una cuestión de estilos, que me siento más cómodo así y que cosecho buenos resultados. Gano muchas partidas maniobrando con calma, defendiendo posiciones delicadas, resistiendo y minando la paciencia del rival. ¿Y no te gustaría ganar las partidas por ataque, con combinaciones espectaculares?, me pregunta. Pues claro que me gustaría, pero no tengo capacidad de cálculo para eso. ¡Quién no preferiría resolver de manera eficaz y brillante! En el tablero y en la vida. Existen muchas analogías entre el ajedrez y la vida, pero la vida, desde luego, no es un juego. Cuando pierdes la partida, ya no es posible comenzar otra.

 

Mi amigo, que en ajedrez juega al ataque y nunca se preocupa de defender, en la vida es un gran defensor. Ha pasado por momentos muy duros, en la salud y en lo sentimental, pero ha sabido resistir. Hace unos años el mundo se hundía a sus pies y ahora contempla un horizonte cargado de ilusiones.

 

En ocasiones la adversidad nos azota con saña y como no podemos cambiar el sino sentimos deseos de abandonar, de inclinar nuestro rey y rendir. Omitimos que ciertas situaciones no se pueden revertir en un día y que para que algo suba, primero debe dejar de caer. Si no encontramos armas hay que defender. Defender es resistir, aceptar el tiempo como aliado, como el único clavo ardiendo, como la única vía para recobrar el equilibrio emocional. Aguantar. Resistir sin recibir jaque mate.

 

A veces, no hay más camino que la defensa. Esta entrada está dedicada a cuantos estén ahora luchando en una situación delicada. Por cuestiones laborales, por problemas de salud, porque la economía le esté estrangulando, porque en su hogar a diario se vive un drama, por mil y una razones que entristecen el alma.  

 

No te hundas. Defiende con todo lo que tengas. Defender es ganar tiempo. Un tiempo que te dará el aire que necesitas. No olvides que todo lo que no te mata te hace más fuerte. Aguanta como sea porque llegará tu oportunidad. Porque resistir no es asumir. Porque después de la tormenta llegará la calma. Y de nuevo vas a ser feliz.